Evita votando en el hospital
En 1951, la salud de Eva Perón comenzó a deteriorarse de manera alarmante. Aunque en público mantenía su energía y compromiso con el pueblo, en privado ya sufría los estragos de un cáncer de cuello de útero, una enfermedad que avanzaba rápidamente y la debilitaba cada vez más.
A mediados de año, su estado se volvió crítico. La primera señal evidente de que algo no estaba bien ocurrió el 17 de octubre, durante el Día de la Lealtad. Evita asistió al acto en la Avenida 9 de Julio, donde una multitud la aclamaba, pero se la veía extremadamente delgada y con dificultad para mantenerse en pie. Perón tuvo que sostenerla en varios momentos. Sin embargo, su espíritu seguía intacto: esa fue la ocasión en la que, con una voz frágil pero firme, pronunció su histórica frase: *"Yo no renuncio a la lucha y no renunciaré jamás"*.
Días después, el 5 de noviembre de 1951, Eva Perón fue sometida a una intervención quirúrgica en el Hospital de Avellaneda. El encargado de la operación fue el renombrado cirujano estadounidense George Pack, especialista en cáncer, quien realizó una histerectomía con la esperanza de frenar la enfermedad. Pero el cáncer ya estaba demasiado avanzado y los tratamientos disponibles en ese momento eran limitados.
Tras la operación, Evita pasó largas semanas internada y bajo un tratamiento intensivo, que incluía fuertes analgésicos para calmar los dolores insoportables. A pesar de ello, quiso estar presente en los momentos más importantes de la política argentina. El 4 de junio de 1952, asistió a la asunción de Juan Domingo Perón en su segundo mandato, pero ya estaba tan debilitada que debieron llevarla en una camilla oculta bajo su tapado de visón.
Desde ese momento, su salud solo empeoró. Fue trasladada a la residencia presidencial, donde recibió cuidados paliativos, pero el cáncer la consumía rápidamente. Finalmente, el 26 de julio de 1952, Eva Perón falleció a los 33 años.
A mediados de año, su estado se volvió crítico. La primera señal evidente de que algo no estaba bien ocurrió el 17 de octubre, durante el Día de la Lealtad. Evita asistió al acto en la Avenida 9 de Julio, donde una multitud la aclamaba, pero se la veía extremadamente delgada y con dificultad para mantenerse en pie. Perón tuvo que sostenerla en varios momentos. Sin embargo, su espíritu seguía intacto: esa fue la ocasión en la que, con una voz frágil pero firme, pronunció su histórica frase: *"Yo no renuncio a la lucha y no renunciaré jamás"*.
Días después, el 5 de noviembre de 1951, Eva Perón fue sometida a una intervención quirúrgica en el Hospital de Avellaneda. El encargado de la operación fue el renombrado cirujano estadounidense George Pack, especialista en cáncer, quien realizó una histerectomía con la esperanza de frenar la enfermedad. Pero el cáncer ya estaba demasiado avanzado y los tratamientos disponibles en ese momento eran limitados.
Tras la operación, Evita pasó largas semanas internada y bajo un tratamiento intensivo, que incluía fuertes analgésicos para calmar los dolores insoportables. A pesar de ello, quiso estar presente en los momentos más importantes de la política argentina. El 4 de junio de 1952, asistió a la asunción de Juan Domingo Perón en su segundo mandato, pero ya estaba tan debilitada que debieron llevarla en una camilla oculta bajo su tapado de visón.
Desde ese momento, su salud solo empeoró. Fue trasladada a la residencia presidencial, donde recibió cuidados paliativos, pero el cáncer la consumía rápidamente. Finalmente, el 26 de julio de 1952, Eva Perón falleció a los 33 años.
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Envíado por OldPik el 7 de enero de 2024
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